Adiós Congo.

El Amor es Más Fuerte, parte II.
Me encontraba en un mercado de la ciudad de Goma, revolviendo un montón de juguetes usados, buscando un oso de madera o latón, para regalar a mí amigo Bubu. Entonces la vi, una muñeca Barbie, a la que reconocí por su índice cintura-cadera de anoréxica. La pobre no tenía cabeza, y entre las piernas tenía encajado un libro de lomo grueso. Vino a mí la imagen del matrimonio de Arthur Miller con Marilyn Monroe.
Tome el libro: decimos... fuck! una edición de 1950 de Invasión 14, de mi autor preferido, mi amigo Maxcence Van der Meersch. Encontrar ese libro en esa situación, es como encontrar una edición en quechua, de Manuel Puig, en un mercado de flores de la Quiaca. Quise leer la contratapa para ver de qué trataba, pero estaba en francés.
Entonces, OK: lo entendí todo.
1) el que busca un oso de latón, encuentra cualquier otra mierda.
2) el amor puro y verdadero, como el de mi amigo Arturo y Marilyn, nunca muere y sigue vivo por siempre en algún lugar del universo
y 3) debo seguir estudiando francés, para entender el libre de Maxcence.

Aún tengo que despedirme de Mabanga, mi barrio preferido en Goma. Siempre que estoy en Goma y puedo, intento que el anochecer me agarre en Mabanga. No es un cabarulo, no, es un barrio construído sobre la ruta que lleva en línea recta hacia el volcán Nyragongo. Durante la noche, las calles se iluminan solo por las luces de las motos, las fogatas en la vereda y el haz de luz roja que sale del volcán. Estar ahí en ese momento es increíble. Como dice mi amigo Enrique (Iglesias), una experiencia religiosa.

Es loco, pero siento que vuelvo a Argentina con más preguntas que respuestas, con más incertidumbre que certezas, con más ansiedad vital que paz interior. De todos modos, como dice mi amiga Edith, a quien cariñosamente apodé el gorrión de Paris, Non Je Ne Regrette Rien. Fuck!

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