Me pidieron que mis historias de Dr. Congo fueran un poco menos frívolas y que contaran más acerca de mi trabajo en Mozambique... Me cortaron las piernas. Pero haré el intento.
Elegí 4 historias que son muy representativas, dos muy piolas, dos terribles. Historias como estas se repitan casi a diario.
Dalila M. llegó a mi con una micosis inguinal que le llegaba hasta las rodillas, la revise y le di un tratamiento local y por via oral. Luego de tratarla la mandé a casa. Ella vive en Nambui, una aldea camino a Mucuroge, a donde voy todos los jueves. Se entiende que el tratamiento le hizo efecto, porque desde entonces la encuentro siempre sentada al costado de la ruta. Espera a que yo pase, y me hace senas para que frene. Me regala 2 o 3 cocos, con el dedo indice me indica su entrepeirna y sonríe, signo inequívoco de que evoluciona favorablemente.
Fátima J. de 3 anos llegó al Hospital de Día (donde se atienden casos de HIV) hace 15 dias, traída por sus tios. La habían encontrado dentro de su casa, con la madre muerta al lado. Del padre no se supo nada. Estaba en regular estado general, le hice un test de HIV y dio positivo. Preferí no esperar el resultado de un CD4 (demora bastante) y comenzó el tratamiento ese mismo día. Luego de repasar con los tios varias veces como debería tomar cada uno de los jarabes, todos partieron. Me dio curiosidad saber como volverían a casa, entonces salí a la vereda y vi a la nina, hecha sanguchito entre sus tios, en una moto destartalada. La cara de Fatima me tranquilizo, estaba entre dos que la querían, en buenas manos.
Augusto S. es el técnico de laboratorio, y se quejó de que yo estaba tomando las muestras de sangre de Mucuroge y Micane. Eso impedía que el cobrara un plus por trabajo fuera de Moma. Me pidió acompanarme. Excelente!! Para mi era mucho mejor contar con un asistente, menos riesgos, mas eficacia. Y el cobraría unos mangos más. El primer día los esperé 30 minutos, la segunda vez casi una hora. Volviendo pinchamos una rueda y como mi cel estaba sin bateria, le di mi chip-mamucha para que llamara desde su cel sin gastar su credito, y el muy atorrante, marcando un código x intentó desviar credito de mi chip hacia el suyo. Lo descubrí al día siguiente cuando recibí un sms de la companía telefónica diciendo que el código de transferencia de crédito había sido modificado.
Dinis A. cumplió los nueve meses del programa de apoyo nutricional, y ya tiene un índice de masa corporal óptimo. Corresponde que abandone el programa y ceda su lugar a otro paciente desnutrido. Pero se negaba a abandonar, y me amenazó con convencer a todos los pacientes de tirar los medicamentos a la mierda. Hasta me dijo que era muy influyente en la comunidad. Lo mandé a cagar y le pedí que no volviera más si conservaba esa actitud. Volvió al día siguiente muy modocito, super tranquilo, retiró su tratamiento antiretroviral, y antes de irse me dijo:''o me reincorpora al programa o todo el mundo va a abandonar sus comprimidos''. El muy hijo de puta tenía sus comprimidos en la mano, yo se los acababa de dar, y no los pensaba dejar de tomar, pero quería convencer a los demás de que así lo hicieran.
3 comentarios:
bwenisismooo doc... qweremos masss... sigwe asiii....
FELIZ 2008¡¡¡¡¡¡¡
Tremendas las dos primeras historias!... Pero, vale la pena estar tan cerca de la gente. Las dos últimas, muy "argentinas".
Un abrazo.
Luis Venosa
Sería también bueno que pudiéramos replicar esta experiencia en latinoamerica, aquí es necesario igual.
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